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Valor Histórico de las Pizarras de Bernardos > Las obras con la pizarra de Bernardos entre los siglos XVI y XVIII

Hacer una relación de obras que llevan pizarra de las canteras de Bernardos es una tarea complicada, no por falta de documentación sino por el riesgo de no ser exhaustivo. Pero más complicado aún es reflejar el tipo de obra que se hace, si es obra nueva o de reparación, ya que la adopción de la pizarra como material de cubierta, a pesar de su larga duración en el tejado, no está exenta de problemas que tienen que ver con el paso del tiempo o accidentes que, como los incendios o tempestades, podían llevar al traste con las techumbres, que suele ser la parte más expuesta del edificio. Es interesante considerar que obras como el monasterio de El Escorial tuvieron que repararse en diferentes ocasiones, habida cuenta de incendios que sufrió como el pavoroso de 1671 o en 1732, por no hablar de edificios que al final quedaron en estado ruinoso o desaparecieron. Hay ocasiones en que la petición de pizarras se ilustra con la situación de ruina en los chapiteles del edificio, como por ejemplo se hace en 1716 con el palacio Espinosa de Martín Muñoz de las Posadas(26).

En todo caso hay que hacer una lectura atenta de los documentos, porque normalmente la pizarra se utilizaba como elemento decorativo para cubrir las torres o chapiteles, ya que sus costes hacían difícil emplearla en el tejado completo de las cubiertas. Es cierto que, en algunos casos, los edificios tuvieron una transformación que llevó a sustituir el tejado de los chapiteles, que se habían cubierto con pizarra, por el de teja (caso del palacio del duque de Lerma), así como a la inversa había ocurrido con la casa del Pardo en la década de 1560(27). Por tanto, un estudio detenido de las diferentes obras debería tener en cuenta estas características para saber si se trataba de unas obras de mantenimiento, de reparación, de cubierta nueva o reconstruida debido a algún acontecimiento.

En este sentido no podemos olvidar la tarea de los otros sectores especializados que se incorporaron con el nuevo estilo constructivo, como fueron los carpinteros que hacían las armaduras de madera, y los pizarreros cubridores que colocaron encima la pizarra, así como materiales complementarios, caso del plomo. Anteriormente hemos dicho que en 1562 había en nómina 8 pizarreros llegados de Flandes, principalmente de Bruselas y Lieja. Posteriormente observamos en la documentación los franceses y los primeros pizarreros españoles, como fueron Gonzalo López y Pedro Muñoz. También desde inicios de la década de 1570 está presente Antón de Barruelos cubriendo la techumbre de El Escorial, y posteriormente, durante las primeras décadas del siglo XVII, ya encontramos varios pizarreros españoles, como Juan García de Barruelos, que participa en importantes edificios como el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús o el Palacio del Duque de Uceda en Madrid, Pedro de Segovia o Pedro Martín de Monesterio(28).

En el apéndice hemos reseñado una relación de las obras que se realizan entre los siglos XVI y XIX con pizarra de Bernardos. Y en las páginas que siguen vamos a detenernos en explicar algunas de las obras más importantes y establecer el contexto de su realización.

Obras realizadas en pizarra durante el siglo XVI

Como hemos dicho anteriormente, la apertura de las canteras de Bernardos coincidió con la renovación de buena parte de las obras reales, situadas en el entorno de Madrid, que a la postre Felipe II convertiría en 1561 en capital de la monarquía. Por ello, el catálogo de edificios cubiertos con pizarra está vinculado a este proceso. Podemos decir que en un primer momento hay tres obras que simultáneamente reciben las primeras partidas de pizarra: el palacio del bosque de Segovia (Valsaín), el palacio de El Pardo y el Real Alcázar de Madrid con sus dependencias anexas (Reales Caballerizas-Armería). Se ha considerado que la primera pieza autónoma acabada, realizada en pizarra, fue la denominada torre Dorada, que flanqueaba el ángulo del SO de la fachada del Real Alcázar de Madrid. Sin embargo, aunque la renovación parece iba a afectar a todos los tejados, la pizarra no monopolizó las cubiertas, como en el caso de Aranjuez, que se puso plomo, y en Aceca el tejado fue de teja(29). De igual manera parece que el alcázar de Segovia también tenía cubierta de plomo, sobre todo en la primera fase de su renovación.

En la Casa del bosque o Palacio de Valsaín, a cargo de Gaspar de Vega, se techan las cubiertas y las torres desde comienzos de la década de 1560. A este respecto resultan ilustrativas las imagenes que plasma durante su estancia de 1562 Antón van de Wyngaerde, dibujante y pintor paisajista natural de Amberes que, bajo encargo de Felipe II, recorrió España pintando vistas de muchas ciudades. En la imagen I-5 del Palacio de Valsaín se observa con magnífico detalle el dibujo y color de la cubierta de pizarra. Otro testimonio de la obra en 1562 lo ofrece el canónigo Juan Rodríguez, citado por Llaguno, sobre la colocación de la pizarra en las torres del palacio de Valsaín, a tenor del material que podía ser colocado en la catedral de Segovia.

Pero simultáneamente se envía pizarra a las obras de Madrid, que se estaban ejecutando en las caballerizas situadas en las proximidades del Real Alcázar y en la cubierta de la torre Dorada. El Pardo, casa de campo utilizada desde la Edad Media como cazadero real en el bosque el mismo nombre, situado a las afueras de Madrid, es otra de las obras tempranas que recibirán la pizarra para su cubierta, teniendo en cuenta que en este caso se desmontó todo el tejado anterior para colocar el nuevo material. Otra obra que probablemente se inicia a fines de la década de 1560 es la de la casa Eraso, – hoy en día sólo existen ruinas – situada en el puerto de la Fuenfría, en la sierra de Guadarrama entre Segovia y Madrid, aunque no contamos con un testimonio directo de la colocación de pizarra en esta fase, pero en 1607 se encuentra el pizarrero Pedro Muñoz reparando los tejados.

Resulta difícil medir la cantidad de pizarras que demandaron dichas obras, pero hay algunos datos que nos permiten calibrar el tonelaje y así pronosticar el ritmo de la explotación. Por ejemplo, para las Caballerizas se transportaron entre 1563 y 1566 más de 11 mil arrobas. Poniendo este dato en kilogramos y teniendo en cuenta la medida normalizada que más información nos ha aportado con su peso, en torno a un kg, nos daría 126,5 toneladas, el equivalente a unas 126.000 pizarras(30).

Obviamente, la obra por excelencia de este periodo, donde la pizarra queda como uno de los elementos distintivos y constituye el grueso de la explotación de las canteras durante muchos años es el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Se habían realizado previamente en los alrededores dos construcciones de casas de campo con tejados de pizarra, la Herrería y la Fresneda, pero sin duda el monasterio de San Lorenzo es el edificio más impresionante y constituye el modelo del nuevo estilo y la identificación plena con el monarca impulsor del mismo. Las palabras de uno de los más prestigiosos historiadores del arte, Jonathan Brown, resumen lo que significa El Escorial en la definición de un estilo personal impuesto por el rey:

El artífice del estilo escurialense en lo concerniente a los tejados y remates de las torres es sin duda Juan de Herrera, arquitecto que llevará la dirección de las obras de El Escorial tras la muerte de Juan Bautista de Toledo, aportando una visión personal, diferente de las planteadas en edificios anteriores con un estilo de chapiteles que servirán de modelo para la arquitectura posterior llevada a cabo en la primera mitad del siglo XVII por Francisco de Mora y Juan Gómez de Mora.

La cantidad de pizarra extraída para esta obra supera notablemente la de los edificios anteriores y es por ello que las canteras de Bernardos se pusieron a las órdenes de las demandas y de la organización administrativa de los trabajos del monasterio, con el nombramiento de los sobrestantes y la gestión diaria de la explotación, como muestran diversas instrucciones que se envían entre la década de 1570 y 1590 para regular el funcionamiento y el despacho de la pizarra hasta las obras. Esta vinculación entre El Escorial y las canteras de Bernardos se ha mantenido desde el siglo XVI de forma ininterrumpida hasta la actualidad, por las sucesivas obras de reforma y mantenimiento de los tejados.

La expansión del estilo Austria con los tejados de pizarra y los chapiteles no quedó circunscrita a las obras reales. Los personajes del entorno regio también decidieron a la hora de erigir sus palacios copiar las nuevas modas y en este sentido la pizarra de Bernardos también se extiende a otros lugares. El Rey concedió el material para los palacios construidos por sus colaboradores próximos. En 1570 el cardenal Diego de Espinosa, presidente del consejo de Castilla, solicitó para el palacio que construía en Martín Muñoz de las Posadas pizarras para la cubierta y obtuvo licencia real tanto para estos materiales como la clavazón31. La entrega de la pizarra se llevó a cabo durante el año 1571 y a comienzos de 1572 también se concedieron unas piezas de pizarra que irían en la base de la fuente del patio(32).

Otra de obras que se realizó con pizarra fue en la Casa-palacio de Diego Vargas, secretario de Felipe II, en la localidad toledana de la Torre de Esteban Hambrán, que se iniciaron en 1569, pero en 1576 aún se estaban realizando los trabajos de la techumbre(33). En 1574 Diego de Vargas solicitó del Rey 50 cargas de pizarra, que fueron concedidas por cédula real de 28 de junio(34). Desde 1575 se están sacando las pizarras de la cantera de Bernardos. Ya se han enviado 3 cargas y a comienzos de 1576 el sobrestante Juan Sánchez de Talavera recibe instrucciones sobre este encargo para tener en cuenta los pagos que se debían hacer por los jornales el uso de herramientas, así como las características del material que debía ser extraído.

Una obra muy significativa por su función industrial es la Casa de la Moneda de Segovia, uno de los centros de acuñación de las monedas de la monarquía española, dotado de una tecnología innovadora procedente del centro de Europa a través de maquinaria movida por energía hidráulica, que se edificó a partir del proyecto de Juan de Herrera en la década de 1580, donde estuvo empizarrando Pedro Muñoz.

Obras realizadas en pizarra durante el siglo XVII.

Durante el reinado de Felipe III, a comienzos del siglo XVII, apenas se realizan obras importantes en el entorno real. La situación de crisis y el vigor constructivo de su padre habían dejado un marco palaciego que sobrepasaba las necesidades cortesanas. Felipe II había ensombrecido cualquier posibilidad de nuevas construcciones, teniendo en cuenta las difíciles circunstancias por las que atravesaba la monarquía. No obstante, el estilo y la moda de construcción no desaparecen, sino que se difunde en las diversas construcciones que se realizan sobre todo en el entorno de la Corte. El personaje más importante de este reinado es Diego de Sandoval, duque de Lerma, que se convierte en el valido del rey y levantará un conjunto palaciego y conventual en la villa burgalesa de Lerma, donde el palacio queda como principal obra que sigue los pasos de las realizadas por los personajes influyentes del reinado anterior, caso del palacio del cardenal Espinosa en Martin Muñoz. Por los datos que se ofrecen, el tejado del palacio se hizo con teja y solo se cubrieron de pizarra los chapiteles, empizarrados por Pedro Muñoz, el administrador de las canteras de Bernardos(35).

No obstante se siguen extrayendo pizarras para el mantenimiento de las obras reales realizadas anteriormente y se hacen algunas actuaciones importantes, como por ejemplo las torres del monasterio de Uclés, en la provincia de Cuenca, una impresionante obra comenzada bajo el reinado anterior. El chapitel de pizarra se va extendiendo como motivo decorativo en las iglesias, y en residencias nobiliarias como el palacio del duque de Uceda en Madrid, con la participación de Juan García de Barruelos, de ahí que se vaya imponiendo como motivo distintivo durante este periodo en muchos lugares.

Con Felipe IV en el poder y el conde Duque de Olivares ejerciendo su valimiento, la realización más representativa del reinado es el Palacio del Buen Retiro, diseñado como un gran espacio de recreo de la Corte, con un gran parque arbolado, estanques, etc., configurado como el teatro de la grandeza de la monarquía, si bien las circunstancias de la guerra en Europa y la necesidad permanente de fondos llevaría a un edificio realizado prioritariamente con materiales baratos, donde el ladrillo se utiliza para las paredes y los muros y la teja de barro para las cubiertas. La pizarra se reservó para las torres y chapiteles, así como para el tejado de algunas ermitas que estaban en el interior del recinto o el del arca principal de los viajes de agua que abastecían al complejo.

Una obra coetánea con la anterior es la del palacio de la Zarzuela, otro lugar enclavado en las afueras de Madrid que también se utilizaría como finca de recreo en las inmediaciones del bosque de El Pardo, actualmente residencia de la familia real española. Asimismo la pizarra entra en obras civiles fuera del entorno real como las de los ayuntamientos de Madrid y Segovia, y décadas más tarde el de Valladolid, la Casa de la Panadería en la plaza Mayor de Madrid o la Cárcel Real de la corte, actual sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, donde Juan Gómez de Mora, sobrino de Francisco de Mora, actúa como maestro de las obras reales y arquitecto del ayuntamiento madrileño, figura indispensable en la expansión de los edificios de pizarra en la capital de España durante este periodo. También se extiende a edificios religiosos, como el convento de dominicas de Loeches, patrocinado por el conde duque de Olivares, mano derecha de Felipe IV, o la colegiata de San Justo y Pastor en Alcalá de Henares.

La reparación ejecutada tras el voraz incendio que sufrió el monasterio de El Escorial en 1671 puede ser considerada como la obra en pizarra más importante del reinado de Carlos II(36). El 7 de junio se incendió una chimenea en una de las alas del monasterio, y el viento avivó las llamas de modo que se extendió a buena parte de la cubierta, afectando a la estructura de madera de los tejados y al empizarrado que lo cubría. Se arruinaron los chapiteles de cuatro torres, todos los tejados salvo los de la Iglesia, cuartos reales y la Biblioteca principal (37).

Este incendió destrozó buena parte de los tejados de pizarra, que tuvieron que ser nuevamente reparados. La obra comenzó en julio de 1671 y hasta 23 de febrero de 1673 se habían enviado 152.204 pizarras, pesaba todo 15.776 arrobas, unos 181.424 kgs. El porte había supuesto 45.283 reales.

En cualquier caso, las construcciones de pizarra en esta época seguían extendiéndose por edificios importantes, como lo muestran los encargos para cubrir los chapiteles de la plaza mayor de Salamanca, o los de las iglesias segovianas de San Millán y San Esteban, así como obras de enlosado en la catedral de Segovia.

El siglo XVIII. El período Borbónico.

Con la llegada de la dinastía de los Borbones, a comienzos del siglo XVIII, de la mano de Felipe V que era nieto de Luis XIV de Francia, se emprende un cambio de estilo arquitectónico que toma como referencia modelos franceses y en concreto el palacio de Versalles. En este sentido la obra más significativa será la del palacio de la Granja de San Ildefonso, realizada durante la década de 1720, un edificio de nueva construcción situado en los contornos del bosque de Valsaín, muy cerca del antiguo palacio, que había quedado en lamentable estado tras otro gran incendio en el año 1695. El palacio de la Granja se utilizará como residencia de verano de la Corte, diseñándose un espacio ajardinado con numerosas fuentes, al tiempo que se crea en su entorno una serie de instalaciones y edificios entre los cuales destacará la Fábrica de Cristales. El palacio de la Granja y edificios anejos tendrán también tejados cubiertos con centenares de miles de piezas de pizarra de Bernardos. Otro edificio significativo durante el siglo XVIII es la fundación del convento de las Salesas Reales en Madrid, ordenado construir a mediados de siglo por Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI, hijo de Felipe V, en el sitio donde ahora está enclavado el Tribunal Supremo. Estas obras significan un nuevo impulso en la explotación con un aumento significativo de los trabajadores en las canteras, y la producción masiva tanto en el término de Bernardos como en el de Carbonero el Mayor. Sin embargo, en esta época se perderán elementos significativos de la arquitectura de Felipe II, como el ya citado palacio de Valsaín, que no se recobra tras el incendio de 1695 y el Real Alcázar de Madrid, víctima de un tremendo incendio que tuvo lugar en la navidad de 1734 y que lo destruyó en buena parte, dando lugar a la edificación sobre el mismo terreno del actual Palacio Real, proyectado por Giovanni Batista Sacchetti.

No obstante, se observa que la difusión de la pizarra va extendiéndose a los edificios religiosos, donde se utiliza normalmente para resaltar sus partes más elevadas, los chapiteles y torres, como se observa en numerosas iglesias parroquiales en las provincias de Toledo, Madrid y Segovia; conventos como la cartuja del Paular o ermitas como la de la virgen del Puerto en Madrid, proyectada por Pedro de Ribera (ver anexo). Aunque en cantidades discretas, algunas pizarras son enviadas a obras situadas muy lejos, en Navarra (Viana) y el País Vasco (Asteguieta).

(26) AGP, San Ildefonso, Cª 13541, 1716. En la carta se dice que se hospedó Carlos II con la reina en 1690.

(27) El palacio del duque de Lerma en la población burgalesa homónima se cubrió de teja (L. Cervera, pp. 471 y 484.

(28) Referencias más amplias sobre los pizarreros cubridores, en Ceballos, 2010, p. 78-81.

(29) Llaguno, II, 48.

(30) AGP. Cª 9380, exp. 7.

(31) Llaguno, II, 229.

(32) L. Cervera Vera, 1977.

(33) Marías, 1986: 223-4.

(34) Llaguno II, 230.

(35) Ver el desarrollo de este proyecto en L. Cervera Vera 1967.

(36) No había sido el único incendio en El Escorial, ya que se registran otros, como en 1642 AGP, San Lorenzo, Patrimonio, leg 1826) o en 1732, pero sin duda es el más importante.

(37) Santos, Descripción (1698: 6).