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Empresa > HistoriaValor histórico de las pizarras de Bernardos > La organización de la explotación en las canteras

La explotación de las canteras necesitaba personal especializado que entendiera el oficio de la prospección y extracción de la piedra, pero también personal no especializado para que asistieran a las labores que requerían esfuerzo en las tareas de desmonte, retirada de escombros, extracción y transporte de la misma. Además, en la propia cantera, se realizaban las labores de corte y elaboración de las piezas, previas a su transporte hacia las obras. Por tanto llegaron a Bernardos los oficiales minadores y sacadores de pizarra, que se ocuparon del trabajo de explotación de la cantera, así como los cortadores y fabricantes de las piezas para las cubiertas. Había, pues, una especialización en dos funciones principales: el trabajo de la extracción de material y la elaboración del mismo para su conversión en las piezas que se empleaban para la techumbre. El crecimiento de la actividad en las canteras de Bernardos, la especialización de funciones y la necesidad de una mínima organización que llevara la gestión cotidiana de la explotación planteó la necesidad de un responsable que supervisara el día a día en las pizarreras. Así se nombró a un sobrestante de las mismas, denominado posteriormente administrador, ocupado en transmitir las órdenes relativas a peticiones de material, la confección de nóminas semanales para la remuneración del personal, y la programación de los trabajos, de acuerdo con las normas que llegaban desde los organismos superiores, así como el cuidado de la herramienta. Algunos sobrestantes prestaban herramientas a individuos, como Sebastián Pérez que en su testamento declara haber dejado azadores, barras, etc (9), algo que las instrucciones posteriores prohíben taxativamente. Los trabajadores se distribuían por cuadrillas para realizar conjuntamente el trabajo en un lugar, ya que dependiendo de la intensidad del mismo podían operar varias cuadrillas en diferentes lugares.

Los primeros especialistas en llegar son minadores borgoñones, que se ocuparon en extraer las primeras partidas que se enviarán a Valsaín y también a Madrid. Las primeras nóminas que conocemos de 1561 datan la presencia de dos minadores, Jean de Burgeos y Antonio de Hosbo vecino de la villa de Fumay, localidad francesa en la región de las Ardenas, y dos trabajadores vecinos de Santa María de Nieva, que ayudan a los borgoñones(10) . Además, un vecino de Bernardos que se ocupa en llevar la pizarra hasta la obra en Valsaín. Posteriormente, a fines de 1562, Gaspar de Vega envía a Juan Ru, pizarrero francés y a Gonzalo López, pizarrero español, a buscar más oficiales en Francia. Los nuevos especialistas llegan en 1563, algunos con familia incluida, procedentes de la región francesa de Angers, en concreto del lugar de San Leonarte, una de las principales zonas productoras de pizarra. Gaspar de Vega anuncia su llegada a mediados de marzo, declarando

además de cobrar menos que los contratados anteriormente. Posteriormente llegaron más, hasta hacer un total de 8 especialistas extranjeros.

La organización de la explotación se estructuraba en cuadrillas. Si no había mucha actividad, todos los trabajadores actuaban en un mismo lugar realizando distintas labores: primero se desbrozaba y desenterraba el banco con azadones y picas, labor que llevaban a cabo los peones. Los sacadores delimitaban los bancos para extraer las piezas en bloques gruesos; aporreadores, para abrir los bloques con las porras y cuñas y hacerlos manejables, hendedores para abrir las piezas y cortadores para exfoliar y dar la dimensión que requerían las pizarras. Los peones se encargaban de labores secundarias. Si la demanda de pizarra se incrementaba, las tareas se repartían en varios yacimientos, como se observa habitualmente, repartiéndose los distintos oficios entre las cuadrillas que estuvieran en activo(11).

Los horarios de trabajo eran prácticamente de sol a sol. Había dos épocas diferenciadas: el periodo que iba desde la Santa Cruz de mayo (día 3) a Santa Cruz de septiembre (día 14) los trabajadores debían estar entre las 6 de la mañana y la puesta de sol; y el periodo restante entraban una hora más tarde y se quedaban hasta la puesta de sol. Como en el periodo de verano la jornada era mucho más larga, se daban dos horas de descanso durante la comida y una hora para la merienda; mientras que en la temporada de inverno solo se daba una hora de descanso durante la comida(12).

Los jornales recibidos por los trabajadores variaban según la especialización del trabajo que tenían, con los sueldos más altos para los oficiales extranjeros y luego descendían en escala hasta los peones. También entre los oficiales extranjeros había diferencias, pues los borgoñones cobraban más que los oficiales franceses.

Los trabajadores de la cantera tenían una buena colección de herramientas para hacer todas las tareas que demandaba la explotación, muchas de ellas similares a las que muestra la ilustración de las herramientas que se utilizaban en las canteras francesas en el siglo XVIII. Azadones, palas y picos para las labores de limpieza y descubrimiento de los bancos, porras o mazas para golpear las cuñas de distintas dimensiones que había que introducir para abrir los bancos; barras con garfios o acabados en una parte plana y estrecha para mover y apalancar los bancos; mazos de madera de encina, para golpear las hendederas que exfolian las pizarras, y cortaderas para cortar la pieza en la dimensión requerida. También se utilizaban angarillas para desplazar los escombros y transportar la piedra desde la cantera hasta la zona de elaboración. La apertura de la pizarra con las cortaderas se realizaba sobre tajos donde se apoyaba el material.

El uso de tal cantidad de herramientas y su mantenimiento hacia que fuera necesaria una fragua dentro de la cantera. Como cualquier fragua de la época, utilizaba carbón vegetal y disponía de fuelles para avivar la llama y mantener elevada la temperatura, así como muelas de afilar. Era en este lugar donde se ponían a punto las herramientas, se aguzaban los azadones, los picos y las cuñas. Incluso se hacían herramientas nuevas, como cuchillas o cuñas, y había que calzarlas, una operación que significaba echar acero para que tuvieran más dureza y efectividad en el trabajo. En la década de 1570 trabajaba en ella Francisco López, hijo del herrero que regentaba la fragua del pueblo. Las ordenanzas de 1575 le asignaban dos reales y cuartillo diarios por el trabajo y el carbón que utilizaba, aunque si hubiera más trabajo se le ajustaría el ingreso. En 1581 la remuneración ascendía a 3 reales y 14 maravedís, y meses más tarde subió a 4 reales, pero se le obligaba a cumplir el horario de los demás trabajadores e incluso si el trabajo obligaba a ello, debía quedarse para aguzar las herramientas necesarias para el día siguiente. Además, en el caso de no tener trabajo que hacer, debía incorporarse para las tareas de sacar piedra. Pero si el trabajo era muy intenso contaba con la ayuda de un peón. También la explotación contaba con una casa para guardar la pizarra.

En las fases de más demanda de material los trabajadores no solo proceden de Bernardos, sino de pueblos de alrededor, que llegaban a la cantera normalmente a pie. En los momentos en que se explota la cantera del Arco se ven ocupados trabajadores de Armuña, Carbonero y Mozoncillo, mientras que en la del Castillo los peones procedían de Miguelibáñez e incluso Melque. Probablemente, en el siglo XVI se llegara en los momentos de más ocupación a casi medio centenar de personas, aunque se trataba de evitar que llegaran trabajadores demasiado jóvenes o demasiado viejos, que no se diera trato de favor en contratar a parientes, e incluso que no hubiera demasiados empleados, como se ordena al encargado en 1587:

Los técnicos franceses que habían llegado en la década de 1560 trabajan durante el reinado de Felipe II en las canteras, pero han desaparecido con el cambio de siglo. Algunos vuelven a su país. Otros mueren en Bernardos y el resto de su familia regresa a Angers, como el caso de Juana Bancor, esposa de Arné Godre, que emigra en 1574; y por último hay quienes enraízan en el pueblo y se casan con vecinas del lugar como el caso de Juan Morreo, que contrae matrimonio con Ana del Castillo, hermana de Juan del Castillo oficial sacador de pizarra, o Fabián Lambasi, que hace lo propio con Ana Sanz.

El aprendizaje de los oficios asociados a la extracción y elaboración de pizarra fue un importante asunto que preocupaba a los responsables de las obras reales. Por ello las instrucciones que se enviaban dejaban claro la necesidad de contar con aprendices que pudieran asimilar los conocimientos. Uno de los primeros españoles en trabajar en la cantera que adquirió el rango de oficial fue Juan del Castillo. En 1581:

Juan del Castillo posteriormente enseñó a su hijo Antonio, que expuso los méritos de su experiencia para adquirir el rango de sobrestante, un cargo que fue transmitido durante generaciones dentro de su familia. En la cédula del nombramiento de Antonio del Castillo como administrador en 1629 se le ordena:

En el nombramiento a Juan del Castillo en 1663 se recordaba que se había:

Sobrestantes o administradores que dirigían la explotación, sin su permiso nadie podía extraer pizarra para las obras, tenían como oficiales del rey privilegios de exención de quintas y desempeño de cargos concejiles. Tenían una remuneración de 15.000 maravedís al año que desde mediados del siglo XVII se quedaba reducida a la mitad porque debían satisfacer un impuesto, el de la media anata, que les quitaba la mitad de la asignación.

En 1738 se da el caso de que pugnan por la administración Juan del Castillo y Silvestre de Segovia. Ambos tienen parentesco próximo. En principio Juan del Castillo recibe el nombramiento a instancia del intendente de San Ildefonso, a comienzos de 1738. No expone méritos como trabajador en la cantera, sino que se dice que tiene “el conocimiento de las dichas canteras como por saber bien leer, escribir y contar para la cuenta y razón que debe llevar en ellas con los sacadores(18)”. Sin embargo, Silvestre de Segovia apela contra dicho nombramiento y expone como mérito su experiencia como sacador durante 23 años y la de su padre y abuelo más de 70, además de que su padre había abierto una abundante cantera a su costa. Finalmente Silvestre de Segovia es ratificado en el cargo, si bien no le resulta muy productivo en cuanto a la remuneración, ya que en 1748 hace una petición porque no había cobrado su salario desde la fecha de su nombramiento, diez años atrás “siendo un pobre y de crecida familia(19) ” A partir de 1676 los vecinos de Carbonero el Mayor abren una cantera en la margen derecha del Eresma y se nombran administradores también en este lugar para regular la explotación.

M. Fougeroux, 1761, planche IV

(9) Archivo Histórico Provincial de Segovia (AHPS). Prot 8101, f. 832.

(10) La información de la época distingue entre sacadores borgoñones y franceses. En aquella época el ducado de Borgoña, que pertenecía a la Casa de Austria, era una entidad política distinta del reino de Francia.

(11) Archivo de la Biblioteca del Escorial (ABE) IX-17.

(12) ABE, VII-44, octubre de 1581.

(13) Fourgeroux, 1761, planche I, fragmento.

(14) Zarco Cuevas, p. 99 y ABE, instrucciones 1587.

(15) A BE-VII 44, Instrucción 1581

(16) Archivo General de Palacio (AGP), Reales Cédulas, t. XIII, fs 12v-13.

(17) AGP, Exp. Pers. 988/7.

(18) AGP, exp. Pers 222/37.

(19) AGP, Exp. Pers 988/15.